Apreciados pitufos:
No soy un entusiasta de vuestras aventuras, pero cuando os veo vivir, tengo la sensación de que hay algo familiar en vosotros. Está claro que no sois seres humanos, pero no parece que seais animales irracionales. De hecho vuestro comportamiento no se encuadra en ninguna de las dos categorías, ¿o quizás sí?
A ver, pitufo enamorado, ¿que haces siempre con la flor en la mano? Sí, ya se que estas pensando en tu amor, pero ¡Siempre haces lo mismo! No sabes hacer otra cosa. Supongo que alguna vez debes comer algo. Quizás es que los enamorados pierden el hambre, pero seguro que alguna vez duermes, o juegas al mus, te lavas, o haces cualquier otra cosa. La única explicación es que nunca lo haces delante de la cámara. Eso es lo que pasa. Sólo sales a escena para lucir tu flor y enamorarte, y siempre detrás de la misma pitufa, claro que eso se entiende más, porque existiendo una sóla pitufa...
Pero pensándolo bien, Todos los pitufos sois distintos, pero todos actuáis de la misma forma, porque el flautista, no deja la flauta mas que para salir de la escena (supongo yo) . ¿Sois un poco neuras, no?
Me recordais a un conocido músico (Conocido mio, no vuestro) que no deja su instrumento por nada del mundo y parece estar pensando siempre en lo mismo. O a un conocido ligón, que parece enamorarse todas las noches. Pero el músico y el ligón no siempre actúan igual. Es cierto que cuando les da la vena son tan autómatas como vosotros, pero, o tienen varias venas, o por lo menos su neura no es permanente.
Empiezo a atar cabos, ya se a quien me recordáis, parece como si el pitufo flautista fuera una parte de mi amigo el músico.
Tendré que prestaros más atención.
Nunca ningún académico se ha dignado preocuparse por el problema de los pitufos. Sin embargo, los pitufos existen, aunque se les ve muy pocas veces. ¿Donde están? En la aldea de los pitufos, naturalmente.
La aldea de los pitufos es una importante región del cerebro de los seres vivos, poblada por alrededor de un centenar de diminutos seres azules con una colita al final de la espalda. Los pitufos están perfectamente adaptados a enfrentarse de forma automática a las dificultades de cada día, a asegurarse el sustento, a huir de los peligros, a reproducirse, a descansar, etc.
Los pitufos tienen una personalidad muy marcada y aparecen ante la cámara de uno en uno, toman el control de la acción durante un breve periodo de tiempo actuando como todo el mundo espera que actúen, resuelven el problema y dejan la cámara cuando irrumpe otro pitufo en escena.
El pitufo bromista lleva una caja con un muelle en su interior, Toma el control de la escena se acerca al pitufo dormilón, abre la caja, se ríe y despierta al dormilón.
El pitufo dormilón toma el control de la escena bosteza y vuelve a dormir hasta que el pitufo presumido aparece con un espejo...
La historia sigue siempre el mismo patrón. Es el patrón que hace que la leona juegue con su pequeño, duerma o se acicale el hocico por la mañana. Es el patrón que ha evolucionado en la naturaleza para adaptar las especies al medio en que viven.
En la aldea de los pitufos del cerebro del mono, hay el pitufo especialista en pitufar las frutas mas nutritivas, el especialista en pitufar con las monas más monas, el especialista en poner todo el sistema en alerta ante el menor ruido desconocido. Cada especialista ha aprendido su trabajo a través de largos milenios de evolución de la especie, aunque la enseñanza superior la ha cursado en los genes de los últimos padres.
El pitufo encargado de tomar el control cuando huele a fruta madura aprendió a distinguir las frutas y a tomar el control del mono cuando aparece la comida durante milenios, pero las particularidades de las frambuesas del entorno en el que han vivido los padres del mono, se han aprendido recientemente, quizás en las últimas generaciones de monos.
El mono no tiene la capacidad de pensar a cerca de sus pensamientos. Esta es una facultad reservada a los humanos, y se limita a comer plátanos cuando el pitufo comilón toma el control.
Podría pensarse que en el cerebro humano la situación es muy distinta, y ello es debido ha que hay un funcionamiento extraordinariamente similar!!! Cuando uno de nuestros pitufos comilones toma el control, difícilmente pensamos en forma distinta a como lo haría el mono.
En la aldea del cerebro humano tenemos los mismos pitufos que evolucionaron desde los antecesores de los dinosaurios hasta las aldeas de los monos. No es que se parezcan, es que son los mismos. Los mismos que nos hacen sentir hambre, o que nos hacen coger la manzana prohibida, robada, o comprada. ¿Que más da? Nos diferencia del león o del delfín la presencia del Gran Pitufo y de Gargamel.
El Gran Pitufo entra en escena y desaparece como los demás, pero es capaz de ver lo que hacen los pitufos. Es un jefe sabio que dispone de polvorientos libros de guía pasados de generación en generación. Es capaz de relacionar las escenas en las que intervienen los distintos pitufos y es el encargado de buscar eso otro que hay en la vida y que no es comer, ni jugar, ni dormir, ni tampoco eso en que siempre piensa el pitufo censurado.
El Gran Pitufo tiene un cierto poder en la aldea pero es absolutamente incapaz de cambiar la personalidad de cada uno de los pitufos. Los pitufos no obedecen sus ordenes, simplemente se limitan a responder automáticamente a los estímulos haciéndose con el control de la escena, haciéndonos comer fresas como un mono, por más que el Gran Pitufo quiera que hagamos régimen.
El Gran Pitufo consigue que algunas veces nos comportemos como seres racionales, pero su estrategia no va mucho mas allá de provocar al pitufo que debe salir a escena para quitarle el protagonismo al que nos hace comportarnos de forma no deseada.
Dicho de otra forma; la presencia irracional en el cerebro humano puede ser superior en cien veces a la capacidad racional representada por el Gran Pitufo.
Pero en la aldea de los pitufos de nuestro cerebro, también está Gargamel que se empeña en hacernos racionales a base de perseguir a todos los pitufos que se le ponen por delante.
La estrategia de Gargamel es una animalada racional y sólo consigue que nos alejemos de los resultados que queremos conseguir. Gargamel procura reprimir nuestras pasiones irracionales con la esperanza de que aparezcan las dotes de racionalidad que se nos dan por supuestas, y eso no funciona, aunque en períodos cortos, aparece como una solución drástica y eficaz.
La estrategia del Gran Pitufo es más sutil, se limita a escoger al pitufo adecuado para cada ocasión. Su trabajo es conocer a los pitufos, saber donde están y como llamarlos.
Gargamel persigue al pitufo bromista y nos deja un sentido de culpabilidad horrible junto a un vacío ocupado inmediatamente por cualquier pitufo. El Gran Pitufo llama al pitufo presumido y este ocupa el espacio del bromista.
Como casi siempre es sencillo pero difícil. Difícil, y muy difícil. Resistir a la tentación de tirar de Gargamel, conocer a cada uno de nuestros pitufos, saber como provocarles para entrar en escena o para que hagan mutis por el foro, es algo que no puede hacerse con la simple voluntad del momento. Requiere ser consciente del problema y sus limitaciones, y requiere la maduración que el tiempo concede en forma de blanca barba de Gran Pitufo.
Hay que tener en cuenta que el pitufo enamorado nació en el inicio de los tiempos junto al primer pez, mientras que el Gran Pitufo nació hace cuatro días con el Homo Sapiens.
Estamos en una aldea de cien expertos entrenados para la subsistencia frente a un joven superdotado que ha creado la sociedad del agonizante siglo XX. La relación no es fácil y habrá que volver sobre ella en otra ocasión.
No soy un entusiasta de vuestras aventuras, pero cuando os veo vivir, tengo la sensación de que hay algo familiar en vosotros. Está claro que no sois seres humanos, pero no parece que seais animales irracionales. De hecho vuestro comportamiento no se encuadra en ninguna de las dos categorías, ¿o quizás sí?
A ver, pitufo enamorado, ¿que haces siempre con la flor en la mano? Sí, ya se que estas pensando en tu amor, pero ¡Siempre haces lo mismo! No sabes hacer otra cosa. Supongo que alguna vez debes comer algo. Quizás es que los enamorados pierden el hambre, pero seguro que alguna vez duermes, o juegas al mus, te lavas, o haces cualquier otra cosa. La única explicación es que nunca lo haces delante de la cámara. Eso es lo que pasa. Sólo sales a escena para lucir tu flor y enamorarte, y siempre detrás de la misma pitufa, claro que eso se entiende más, porque existiendo una sóla pitufa...
Pero pensándolo bien, Todos los pitufos sois distintos, pero todos actuáis de la misma forma, porque el flautista, no deja la flauta mas que para salir de la escena (supongo yo) . ¿Sois un poco neuras, no?
Me recordais a un conocido músico (Conocido mio, no vuestro) que no deja su instrumento por nada del mundo y parece estar pensando siempre en lo mismo. O a un conocido ligón, que parece enamorarse todas las noches. Pero el músico y el ligón no siempre actúan igual. Es cierto que cuando les da la vena son tan autómatas como vosotros, pero, o tienen varias venas, o por lo menos su neura no es permanente.
Empiezo a atar cabos, ya se a quien me recordáis, parece como si el pitufo flautista fuera una parte de mi amigo el músico.
Tendré que prestaros más atención.
Nunca ningún académico se ha dignado preocuparse por el problema de los pitufos. Sin embargo, los pitufos existen, aunque se les ve muy pocas veces. ¿Donde están? En la aldea de los pitufos, naturalmente.
La aldea de los pitufos es una importante región del cerebro de los seres vivos, poblada por alrededor de un centenar de diminutos seres azules con una colita al final de la espalda. Los pitufos están perfectamente adaptados a enfrentarse de forma automática a las dificultades de cada día, a asegurarse el sustento, a huir de los peligros, a reproducirse, a descansar, etc.
Los pitufos tienen una personalidad muy marcada y aparecen ante la cámara de uno en uno, toman el control de la acción durante un breve periodo de tiempo actuando como todo el mundo espera que actúen, resuelven el problema y dejan la cámara cuando irrumpe otro pitufo en escena.
El pitufo bromista lleva una caja con un muelle en su interior, Toma el control de la escena se acerca al pitufo dormilón, abre la caja, se ríe y despierta al dormilón.
El pitufo dormilón toma el control de la escena bosteza y vuelve a dormir hasta que el pitufo presumido aparece con un espejo...
La historia sigue siempre el mismo patrón. Es el patrón que hace que la leona juegue con su pequeño, duerma o se acicale el hocico por la mañana. Es el patrón que ha evolucionado en la naturaleza para adaptar las especies al medio en que viven.
En la aldea de los pitufos del cerebro del mono, hay el pitufo especialista en pitufar las frutas mas nutritivas, el especialista en pitufar con las monas más monas, el especialista en poner todo el sistema en alerta ante el menor ruido desconocido. Cada especialista ha aprendido su trabajo a través de largos milenios de evolución de la especie, aunque la enseñanza superior la ha cursado en los genes de los últimos padres.
El pitufo encargado de tomar el control cuando huele a fruta madura aprendió a distinguir las frutas y a tomar el control del mono cuando aparece la comida durante milenios, pero las particularidades de las frambuesas del entorno en el que han vivido los padres del mono, se han aprendido recientemente, quizás en las últimas generaciones de monos.
El mono no tiene la capacidad de pensar a cerca de sus pensamientos. Esta es una facultad reservada a los humanos, y se limita a comer plátanos cuando el pitufo comilón toma el control.
Podría pensarse que en el cerebro humano la situación es muy distinta, y ello es debido ha que hay un funcionamiento extraordinariamente similar!!! Cuando uno de nuestros pitufos comilones toma el control, difícilmente pensamos en forma distinta a como lo haría el mono.
En la aldea del cerebro humano tenemos los mismos pitufos que evolucionaron desde los antecesores de los dinosaurios hasta las aldeas de los monos. No es que se parezcan, es que son los mismos. Los mismos que nos hacen sentir hambre, o que nos hacen coger la manzana prohibida, robada, o comprada. ¿Que más da? Nos diferencia del león o del delfín la presencia del Gran Pitufo y de Gargamel.
El Gran Pitufo entra en escena y desaparece como los demás, pero es capaz de ver lo que hacen los pitufos. Es un jefe sabio que dispone de polvorientos libros de guía pasados de generación en generación. Es capaz de relacionar las escenas en las que intervienen los distintos pitufos y es el encargado de buscar eso otro que hay en la vida y que no es comer, ni jugar, ni dormir, ni tampoco eso en que siempre piensa el pitufo censurado.
El Gran Pitufo tiene un cierto poder en la aldea pero es absolutamente incapaz de cambiar la personalidad de cada uno de los pitufos. Los pitufos no obedecen sus ordenes, simplemente se limitan a responder automáticamente a los estímulos haciéndose con el control de la escena, haciéndonos comer fresas como un mono, por más que el Gran Pitufo quiera que hagamos régimen.
El Gran Pitufo consigue que algunas veces nos comportemos como seres racionales, pero su estrategia no va mucho mas allá de provocar al pitufo que debe salir a escena para quitarle el protagonismo al que nos hace comportarnos de forma no deseada.
Dicho de otra forma; la presencia irracional en el cerebro humano puede ser superior en cien veces a la capacidad racional representada por el Gran Pitufo.
Pero en la aldea de los pitufos de nuestro cerebro, también está Gargamel que se empeña en hacernos racionales a base de perseguir a todos los pitufos que se le ponen por delante.
La estrategia de Gargamel es una animalada racional y sólo consigue que nos alejemos de los resultados que queremos conseguir. Gargamel procura reprimir nuestras pasiones irracionales con la esperanza de que aparezcan las dotes de racionalidad que se nos dan por supuestas, y eso no funciona, aunque en períodos cortos, aparece como una solución drástica y eficaz.
La estrategia del Gran Pitufo es más sutil, se limita a escoger al pitufo adecuado para cada ocasión. Su trabajo es conocer a los pitufos, saber donde están y como llamarlos.
Gargamel persigue al pitufo bromista y nos deja un sentido de culpabilidad horrible junto a un vacío ocupado inmediatamente por cualquier pitufo. El Gran Pitufo llama al pitufo presumido y este ocupa el espacio del bromista.
Como casi siempre es sencillo pero difícil. Difícil, y muy difícil. Resistir a la tentación de tirar de Gargamel, conocer a cada uno de nuestros pitufos, saber como provocarles para entrar en escena o para que hagan mutis por el foro, es algo que no puede hacerse con la simple voluntad del momento. Requiere ser consciente del problema y sus limitaciones, y requiere la maduración que el tiempo concede en forma de blanca barba de Gran Pitufo.
Hay que tener en cuenta que el pitufo enamorado nació en el inicio de los tiempos junto al primer pez, mientras que el Gran Pitufo nació hace cuatro días con el Homo Sapiens.
Estamos en una aldea de cien expertos entrenados para la subsistencia frente a un joven superdotado que ha creado la sociedad del agonizante siglo XX. La relación no es fácil y habrá que volver sobre ella en otra ocasión.