Hay pocas cosas que te dejen tan satisfecho como la conciencia de haber creado algo nuevo, inédito, algo que nadie ha hecho antes, y eso es especialmente verdad en el campo de las ideas. Ahora pienso que el que creó el mundo se debió quedar a gusto. Pero nos dejó la oportunidad de tener ideas nuevas.
Las ideas se producen por un mecanismo biológico muy poco conocido y que es muy difícil de forzar o manipular. En el cerebro hay una millonada de neuronas y cada una de ellas tiene un número limitado, pero suficiente de terminaciones. Estas terminaciones están unidas a las terminaciones de las demás neuronas formando circuitos complejos por los que debido a no sé que particularidad química del potasio pasan cargas eléctricas formando endiabladas combinaciones que un hombre de letras como yo no puede entender ni explicar mejor.
Resumiendo. En este maremagnum hay más combinaciones posibles que en un cubo de Rubik y cada una de ellas corresponde a lo que yo llamo una idea distinta.
El conjunto de neuronas se combina normalmente de una forma vulgar, estándar y normal dando lugar a esas ideas vulgares que tiene todo el mundo, o lo que es peor la reproducción de las ideas de otros en tu propia cabeza. Naturalmente a eso no se le puede llamar creatividad.
Hay algunas personas con tendencia a encontrar nuevas ideas y otras que se han preocupado de buscar explicaciones más o menos lógicas a este fenómeno y yo pretendo transmitirte lo que de ellas he aprendido. Henri Poioncaré es uno de ellos y explica que la idea fundamental de su vida se le ocurrió en el momento en que ponía el pie en el estribo del tranvía. Parece una chorrada, pero es una de las explicaciones más claras que conozco sobre este fenómeno.
Lógicamente el pensador hace un trabajo de "despacho" o "taller" para encontrar nuevas ideas proponiendo a sus neuronas un cambio de posición que permita nuevos circuitos eléctricos que sean distintos de los anteriores, pero de forma absolutamente ilógica las neuronas se resisten a tomar posiciones inéditas. Al abandonar el trabajo de "despacho" las neuronas antes forzadas buscan nuevas combinaciones para volver a la vida normal y acertar con los escalones del tranvía. La desorientación surge y las neuronas prueban combinaciones a mansalva y de repente, como por arte de magia, aparece una idea nueva que fue sembrada en un despacho.
Roger Penrose llegó a su casa de un humor increíble, su felicidad era extraordinaria pero nada había que justificara su actitud. Cuando su mujer le preguntó el motivo de su excitación no pudo contestar, pero como era un hombre metódico y acostumbrado a preguntarse el porque de las cosas, pensó. Su felicidad le invadió al cruzar la calle "nosequé" en su camino de vuelta a casa. Se le había ocurrido una idea ... pero no podía recordarla. Tras volver a pensarlo, descubrió que era una idea extraordinaria, y tenía la certeza de haberla aceptado como una explicación científica evidente, sin cuestionarla siquiera, pero ... seguía sin poder recordarla. Cuando se fue a dormir la recordó.
El estado de relajación previo al sueño es un estado ideal para que las ideas más absurdas vengan a la mente liberándonos de todos los clichés, tabús y estereotipos que constantemente coartan nuestra creatividad.
Podría ser que para tener ideas brillantes hiciera falta un trabajo importante centrado en el tema a estudiar buscando soluciones, analogías y cuestionándose una y otra vez sobre la esencia de la dificultad. Pero también sería necesario beber en otras fuentes, divertirse, ir al cine, leer algo de Quim Monzó y después irse a dormir una y otra vez con la conciencia tranquila por haber hecho lo que había que hacer, aunque los frutos sean inexistentes.
Dicen que las personas creativas reaccionan ante los problemas de forran distinta a las demás, me explicaré. Ante un problema lógico la gente se precipita a la solución más evidente o la más parecida al estándar imperante para este tipo de cuestiones. El creativo contempla el problema en silencio sin tratar de busca solución alguna, sencillamente tratan de identificar el verdadero problema de forma que su respuesta además de ser retardada, puede empezar por una pregunta que permita definir más claramente los límites del problema, y sólo después de haber entendido algo es capaz de aportar una solución o un camino para hallarla.