22 Carta maniquea ... La tolerancia

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Cartas para una tertulia 1996

22 Carta maniquea ... La tolerancia


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Enemigo de la guerra
y su reverso, la medalla,
no propuse otra batalla
que librar al corazón
de ponerse cuerpo a tierra
bajo el peso de una historia
que iba a alzar hasta la gloria
el poder de la razón.

Y ahora que ya no hay trincheras
el combate es la escalera
y el que trepe a lo mas alto
pondra a salvo su cabeza
aunque se hunda en el asfalto
la belleza.

Miralos como reptiles,
al acecho de la presa,
negociando en cada mesa
maquillajes de ocasión;
siguen todos los railes
que conduzcan a la cumbre
locos, porque nos deslumbre
su parasita ambición.

Antes iban de profetas
y ahora el éxito es su meta;
mercaderes, traficantes,
mas que nausea dan tristeza,
no rozaron ni un instante
la belleza.

Y me hablaron de futuros
fraternales, solidarios,
donde todo lo falsario
acabaria en el pilón.
Y ahora que se cae el muro
ya no somos tan iguales
tanto tienes, tanto vales
¡viva la revolución!

Reivindico el espejismo
de intentar ser uno mismo,
ese viaje hacia la nada
que consiste en la certeza
de encontrar en tu mirada
la belleza.

(Luís Eduardo Aute)

Carta maniquea, La tolerancia

Mani, líder de los maniqueos, hace ya mucho tiempo que seguí tu pista, pero nadie sabía de tí. Sólo una historia de San Agustín me permitió saber que en un tiempo mereciste su confianza y tuve que conformarme con oírte en la voz de Luís Eduardo Aute. Has estado años huido quizá yo necesitaba madurar, o quizás el que mueve los hilos deseaba que entraras en escena sin perder tu estilo.

Una herencia singular me ha traído "Los jardines de la luz" donde Amín Maalouf me cuenta con detalle algo de tu historia y lo que queda de tus ideas. Sólo Maalouf sabe hasta donde son ciertas sus explicaciones, pero el caso es que no dice casi nada de lo que a mi me gustaría saber.

¿Que pecado cometiste Mani "El Vivo" para que la historia te echara tanta tierra?

San Agustín ha vuelto a mis manos y se confiesa como seguidor tuyo durante nueve largos años. Su confesión va acompañada de un amargo dolor que va más allá de lo que sería normal cuando uno recuerda los viejos caminos que no le llevaron a ninguna parte, pero con los que con más o menos suerte se ha llegado a buen puerto.

San Agustín habla de su experiencia contigo con un horror situado más allá de lo racional. ¿Que hiciste con el santo? San Agustín fue hombre culto, empresario dedicado a la enseñanza y sus escritos translucen una capaddad de discernimiento envidiable ¿Le engañaste? No. No podías haber engañado a una mente tan clara ni siquiera durante una semana. ¿Como le tuviste nueve años a tu lado?

El caso de San Agustín no es como el de Pablo de Tarso en que la caída del caballo marca un antes y un después por iluminación instantánea. San Agustín da la sensación de llegar a su verdad a través del estudio, poco a poco con una profunda reflexión sobre la vida. Hay algo que se me escapa, pero una vez más tengo la sensación de que la historia no es como nos la han contado.

Mani ¿Que hiciste para levantar a tu lado al Rey de Reyes, a los santos y a las multitudes? ¿Que hiciste para ser torturado durante 50 días, denigrado y odiado por multitud de empeñados enemigos?

¿Que hiciste para que los historiadores se pusieran de acuerdo en borrar tus huellas? Es difícil levantar grandes amores y es difícil conseguir grandes enemigos, pero me parece mucho más difícil lograr ese castigo del silencio histórico.

Dice Maalouf que enseñaste a tus contemporáneos que en el principio de los tiempos la luz y las tinieblas se mezclaron. A mi no me parece una mala historia, de hecho otros muchos, han hablado del mundo de los opuestos, del Ying y del Yang, o del bien y del mal, tu te atreviste a decir que andan siempre juntos. Quizás tengas razón.

Quizás les contaste que Dios y el demonio andan por ahí de acuerdo para castigar a los malos y premiar a los buenos. Quizás les dijiste que Satán es tan bueno que ayuda a Dios a castigar a los malos, o quizás les dijiste que Dios es tan malo que con todo su poder se siente feliz al vernos sufrir. Quizá tengas razón y en un principio se mezclaron la luz y las tinieblas. Dicen que en tus iglesias se podía adorar a cualquier dios, cada uno con arreglo a sus costumbres y a sus ritos, porque en el fondo en lo importante los hombres de buena voluntad desean el bien y la belleza. En esto diste una muestra de tolerania que tus enemigos no quisieron aceptar.

En cualquier caso siento cierta inclinación a creer que la causa de tus males fue la forma en que vaciaste de sentido todo poder. Tú le diste poder al hombre para que salvara su vida por si mismo. Le diste a escoger multitud de caminos para que llegara a Dios, pero tú seguiste impertérrito el camino de la pobreza, la tolerancia, el sacrificio y la honradez a toda prueba. Tuviste ocasión de tomar el poder y la riqueza pero fuitste fiel a tus enseñanzas y eso no te lo pudieron perdonar.

Si hubieras tomado el poder, si se lo hubieras arrebatado venciéndoles, lo habrían aceptado ¡Que remedio! Así hubieran esperado el menor descuido para tomarlo de nuevo. Pero tu les quitaste el poder y lo devolviste a los hombres. Lo hiciste de forma sutil, profundamente sutil. Les dijiste que podían seguir adorando a sus dioses y obedeciendo a sus monarcas, pero que también podían vivir en armonía con su corazón sin dioses ni monarcas.

Es posible que la multitud te creyera y poco a poco los hombres dejaran de temer a la muerte, a la excomunión o a las mazmorras. Es posible que abrieras la caja de los truenos y crearas un grupo de hombres verdaderamente libres, capaces de convivir en paz sin necesidad de someter al vecino e incapaces de someterse a él.

Eso si hubiera sido un grave delito capaz de ser castigado y sepultado para evitar cualquier brote reproductor. Si eso hiciste, no me extraña que los sátrapas del imperio Sasánida empezaran a darte alas con la esperanza de unificar al imperio y sólo más tarde, al ver como su poder dejaba de importar al pueblo, se sintieran desconcertados haciéndote blanco de su impotencia.

Si eso hiciste, no me extraña que San Agustín te siguiera durante nueve años y al ver lo que la gente hacia con su libertad quedara horrorizado.

Si eso hiciste, no me extraña que tus seguidores tuvieran miedo de seguir sin tí y petrificados ante su libertad buscaran un culpable a quién colgarle sus desatinos.

¿Como puede el hombre de a pié hacerse cargo de su destino? Quitarle el horóscopo, el cielo y el infierno, y hacerle responsable de su libertad es demasiado para un ser enjaulado durante tantos siglos. La libertad, como la comida, hay que tomarla poco a poco, con medida y a medida que se tiene hambre. Dar de comer al que no tiene hambre produce vómitos.

Llegará el día amigo Mani en que los sabios comprenderéis que solo debéis compartir vuestra inmensa libertad con aquellos que la deseen.

Cierto es que los robles son más resistentes que las amapolas, pero no serviría de nada cuidar a las amapolas para que se hicieran fuertes como robles aún a costa de su belleza. En el mundo hay robles y amapolas. Cada uno sigue su camino conforme a su naturaleza.


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