23 Carta cuerda ... El bien y el mal

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Cartas para una tertulia 1996

23 Carta cuerda ... El bien y el mal


 Un mundo separado por el mismo Dios En multimedia  

(Mecano)

Carta cuerda, El bien y el mal

Una carta cuerda debe ser lo más próximo a la locura (unos están por poco y otros por poco no están) ¿Dónde empieza la separación entre cordura y locura? ¿Cómo empezó en el principio? Al principio había una cuerda. Una inmensa cuerda. Su longitud era ilimitada, infinita. Una cuerda llena de cordura que todo lo contenía.

El tejedor de la cuerda se había tejido en ella y nada existía fuera de ella. No tenía ni principio ni fin, no tenía cortes ni nudos. Estaba hecha con el tejido del equilibrio y su existencia era el modelo ideal.

No había tiempo ni lugar por donde cogerla, pero su unicidad incluía brotes de conciencia individual que en forma de hebras eran la misma cuerda. No existía ninguna hebra de longitud infinita, pero cada hebra formaba la cuerda como un todo armónico.

El tejedor entretejido sabía al igual que todas las hebras que todo estaba allí, el bien y el mal, el principio y el fin, la alfa y la omega, la belleza y el horror, pero el equilibrio era tan maravilloso que cuando se daba un tirón a la cuerda toda ella respondía suavemente y el tirón se diluía en una onda expansiva que llegaba a todo el universo.

El principio se rompió. No puedo decir que terminara porque no puede terminar lo que no tiene tiempo. La cuerda fue cortada. No puedo decir quién la cortó, porque no había más que la cuerda y fuera quien fuera el cortador siempre sería la cuerda. Quizás fuera el tejedor entretejido o una hebra con conciencia de Herodes o un ángel empeñado en separar el bien del mal.

Lo cierto es que el primer corte tomó por nombre Adán y así se atentó contra la cuerda del bien y del mal. Adán, inocente parte del todo quería separar el bien del mal en aras a encontrar un mundo mejor en el que solo el bien pudiera existir.

La cuerda se estremeció y por vez primera existieron dos cabos. La punta del bien y el extremo del mal. El equilibrio se rompió. Todos corrían como locos buscando su lugar. Querían saber donde estaban. Por primera vez podían escoger entre estar cerca del bien o del mal. Algunos escogieron pronto y se situaron en uno de los extremos, pero esas posiciones eran muy peligrosas, porque más allá del bien y del mal se alzaba lo desconocido, un inmenso vacío separado del todo. Ahí empezaron las luchas por la posición. Ya no era suficiente con disfrutar de la armonía, ahora hacía falta situarse, tomar partido. Ahora había derecha e izquierda y aunque uno creyera que no se movía, los movimientos de los otros le podían dejar peligrosamente en un extremo.

Cuando los demás empiezan a moverse, la posición en que uno se sitúa se convierte en algo importante, ya no se podrá estar sin más, a partir de ese momento se está "en relación a" y en consecuencia empieza a presentarse un antes y un después del movimiento.

Muy pronto la sucesión de movimientos nos lleva a la creencia en el tiempo y en el espacio. Tiempo y espacio creado por la ruptura de la armonía. Pero no acabó todo en un corte. Las relaciones se hicieron tensas, aparecieron las preocupaciones (¿qué me pasaría si en el futuro me cayera de la cuerda?). Así nació el egoísmo con él que las hebras querían mantener su posición y las alianzas y los pactos con los que unos grupos se enfrentaban a otros. Con los grupos aparecieron los líderes y el poder. El razonamiento vino en auxilio de tanto desastre y de nuevo la cuerda se escindió. Por primera vez había dos cuerdas y muchos pensaron que en ese mundo dividido por el propio Dios el mal había sido desterrado y separado del bien (naturalmente nadie pensó que su cuerda pudiera ser la mala). Pero todos andaron equivocados. Lo de andar es un decir porque la realidad se impuso al pensamiento antes de dar el primer paso. Cada una de las dos cuerdas tenía dos extremos, dos opuestos que reflejaban el bien y el mal, hombres-mujeres, blanco-negro, derecha-izquierda, creyente-ateo, tú-yo.

Alguno se dio cuenta de la tragedia y empezó a buscar criterios unitarios en su cuerda, pero a cada virtud encontró su pecado y en cada fruto su hueso. Entretanto, las posibilidades de llegar al extremo de la cuerda y caer al vacío se habían duplicado. Dos cuerdas, cuatro extremos. El estrés se duplicó y se duplicaron las contiendas. Entre tanta agitación no fue extraño ver como las cuerdas se rompían una y otra vez, mientras el universo se estremecía entre tanto dolor.

Así pronto se sucedieron los cortes en una progresión que recuerda al Rey y su tablero de ajedrez. Cada día se hacía un corte en cada cuerda.

Día Cortes en cada cuerda Cuerdas Extremos
1 1 1 2
2 2 3 6
3 3 12 24
4 4 60 120
5 5 2520 5040


Esta es la historia de los primeros cortes, pero aquí la situación empeoró, las fricciones habían llevado en sólo cinco cortes a 5.040 seres a los extremos. 5.040 seres que por primera vez, habían quedado con un brazo libre al borde del abismo mientras el otro les unía aún a la realidad de la cuerda. Esos seres desesperados decidieron cortarse el último extremo de la cuerda para tener su propia parte en el universo y no correr el riesgo de quedarse solos ante la nada.

A este fenómeno es al que los científicos llaman Big Bang. Así en el sexto corte se produjeron 70.560 cuerdas con 141.120 extremos en conflicto. Hay quien dice que al séptimo descasó, pero a la vista del mundo actual hay que pensar que el fenómeno se sigue produciendo.

Resultado de esta progresión fueron las galaxias, las estrellas, los planetas, los continentes, las montañas, los animales, los vertebrados, los mamíferos, los humanos, los blancos, los europeos, los españoles, los catalanes, los apolíticos, los gnósticos, los calvos; las cabezas, las mentes, las neuronas, las ideas, las moléculas, el ADN, los átomos, los electrones, los quarks, los neutrinos, los mesones, y así sé llegó a un universo tan fragmentado que apenas puede sostener su nombre.

Es curioso que todo se disparara porque no queríamos separarnos del universo y en nuestro afán por querer permanecer con ello rompimos en una miríada de pedazos que apenas podemos reconocer. Pero refiriéndonos al género humano, la separación no ha terminado a nivel de individuo. El hombre no se siente como una unidad sino que empieza a hablar de su miembro como algo separado de él, le da nombre, le habla e incluso discute con él. Hay expresiones significativas "Es que me lo pide el cuerpo", que nos indican hasta que punto el hombre se siente como un jinete sobre su cuerpo. No hay que leer el "Libro de los muertos" del Tíbet, para darse cuenta de la separación que esconde la reencarnación.

Si a nivel físico existe tal separación, a nivel mental el problema no es menor. Observemos las explicaciones de los psicólogos en relación al subconsciente, al Yo reprimido, los guiones del análisis transaccional, o sencillamente las costumbres y tradiciones.

En todos esos fenómenos el hombre crea separaciones en su propio universo y se identifica parcamente con un "si mismo" que se analiza con el machete en la mano a punto para partirlo en dos en el momento que muestre el extremo de la cuerda que no queremos ver.

¿Pero podemos volver a la unicidad?
No, o sí, quizá, quién sabe.



Esta carta ha sido una locura, hay aquí errores de base, hemos supuesto que los cortes se producían con un machete y la realidad no es esta. Las cuerdas se rompen dejando hebras deshilachadas que lo hacen todo mucho más complejo. ¿O de verdad creíste por un momento que yo te podía contar en un par de folios la historia del universo?

No, no, no, en realidad no existió jamás un corte, ni siquiera una rotura. El mundo sigue siendo una cuerda en la que sus hebras aprovechan los destellos de conciencia para imaginar historias divertidas.

Cada uno de nosotros es una de esas hebras profundamente imbricada en la realidad y podemos mirarnos unos a otros como se miran dos dedos de la misma mano. Estamos tan íntimamente relacionados que no somos otra cosa que la cordura que todo lo contiene ... o quizás la locura que nada excluye.

¿Y si tuviera razón el que escribe y el mundo fuera como un montón de cuerdas de dos cabos? Entonces amiga mia dame la mano y ven conmigo, porque podemos empezar a unir el bien y el mal hasta liar de nuevo la cuerda original.

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