Sueño con un planeta amable y sin fronteras con un gobierno único sin dictaduras ni democracias, regido por la más bonita Artistocracia.
Un espacio en el que cada uno esté pendiente del mensaje de sus artistas y estos de las inquietudes de sus fans.
Un mundo donde los sociólogos escuchen a Los Beatles y Justin Bieber, a Pau Gasol y Ronaldo, a Platón y Krisnamurti, a Dalí y Chancho, a Saramago y Cervantes, y a los artistas de todos los rincones del planeta para comprender el mensaje del esfuerzo y la belleza tamizado por su influencia en las personas que lo aplauden.
Un mundo moderno en el que sean contadas las reproducciones de sus músicas, las entradas en los estadios, los comentarios a sus ideas, las visitas a sus museos, las lecturas de sus libros, los likes en Facebook y cualquier rastro que dejen los fans para conocer de primera mano donde y cuando sus valores son reflejados en las comunidades.
Un mundo donde los recursos, recursos que no son ni tuyos ni míos sino del planeta, sean asignados al cumplimiento de las prioridades de la expresión artística, en función de la atención que les presta cada comunidad.
Un mundo intrincado de comunidades y sensibilidades locales y globales unidas por intereses comunes que administran los recursos asignados para satisfacer sus necesidades.
Un mundo donde cualquier norma sea sometida a la Ley Natural reconociendo el derecho de todos los seres vivos a vivir y desarrollarse de acuerdo a su naturaleza, y en el que comunitariamente se incentiva a cada uno a conseguir la mejor expresión de si mismo. Si, las plantas y las bacterias también deben tener su espacio protegido en esta mundo.
Un mundo en el que por fin entendamos el ciclo de la vida incorporando a la muerte en el proceso y aceptemos que todo esto no és más que la consecuencia natural del brutal y violento Big Bang que mantiene este universo en llamas 13.700.000.000, si trece mil setecientos millones de años después.
Una utopia que no se explicar con detalle en pocas líneas, y a la que es facil buscar peros y defectos, o llenar de adjetivos imposibles, pero sin duda una imágen más bonita que la que muestra este siglo XXI con 805 millones de personas sufriendo lo indecible, y un planeta asfaltado por la plaga de la humanidad.
Y ¿por qué no siendo fan de la democracia ni de las fronteras quiero votar por la independencia de Catalunya?
Pues porque no nos acercaremos a mi sueño sumando matrimonios de intereses para concentrar poderes creando imperios y grandes leyes, si no acercándonos a los que sonríen tozuda y pacíficamente para intentar crear un mundo diferente que probablemente será más bonito.
Nací en un universo en llamas, y no pretendo apagarlo, pero si quiero aportar un poco de belleza alrededor de mi granito de arena.
Un espacio en el que cada uno esté pendiente del mensaje de sus artistas y estos de las inquietudes de sus fans.
Un mundo donde los sociólogos escuchen a Los Beatles y Justin Bieber, a Pau Gasol y Ronaldo, a Platón y Krisnamurti, a Dalí y Chancho, a Saramago y Cervantes, y a los artistas de todos los rincones del planeta para comprender el mensaje del esfuerzo y la belleza tamizado por su influencia en las personas que lo aplauden.
Un mundo moderno en el que sean contadas las reproducciones de sus músicas, las entradas en los estadios, los comentarios a sus ideas, las visitas a sus museos, las lecturas de sus libros, los likes en Facebook y cualquier rastro que dejen los fans para conocer de primera mano donde y cuando sus valores son reflejados en las comunidades.
Un mundo donde los recursos, recursos que no son ni tuyos ni míos sino del planeta, sean asignados al cumplimiento de las prioridades de la expresión artística, en función de la atención que les presta cada comunidad.
Un mundo intrincado de comunidades y sensibilidades locales y globales unidas por intereses comunes que administran los recursos asignados para satisfacer sus necesidades.
Un mundo donde cualquier norma sea sometida a la Ley Natural reconociendo el derecho de todos los seres vivos a vivir y desarrollarse de acuerdo a su naturaleza, y en el que comunitariamente se incentiva a cada uno a conseguir la mejor expresión de si mismo. Si, las plantas y las bacterias también deben tener su espacio protegido en esta mundo.
Un mundo en el que por fin entendamos el ciclo de la vida incorporando a la muerte en el proceso y aceptemos que todo esto no és más que la consecuencia natural del brutal y violento Big Bang que mantiene este universo en llamas 13.700.000.000, si trece mil setecientos millones de años después.
Una utopia que no se explicar con detalle en pocas líneas, y a la que es facil buscar peros y defectos, o llenar de adjetivos imposibles, pero sin duda una imágen más bonita que la que muestra este siglo XXI con 805 millones de personas sufriendo lo indecible, y un planeta asfaltado por la plaga de la humanidad.
Y ¿por qué no siendo fan de la democracia ni de las fronteras quiero votar por la independencia de Catalunya?
Pues porque no nos acercaremos a mi sueño sumando matrimonios de intereses para concentrar poderes creando imperios y grandes leyes, si no acercándonos a los que sonríen tozuda y pacíficamente para intentar crear un mundo diferente que probablemente será más bonito.
Nací en un universo en llamas, y no pretendo apagarlo, pero si quiero aportar un poco de belleza alrededor de mi granito de arena.