El sol ilumina la pantalla de mi Mac y me hace mas difícil la visión de lo escrito, pero no quiero renunciar a él, porque junto al sol me siento más feliz. El sol de este principio de primavera broncea mi piel y levanta mi ánimo, me influye de una forma sorprendente, si hoy no hiciera este sol mediterráneo estaría escribiendo sobre la tristeza de un cielo encapotado, estaría escribiendo bajo mi tristeza.
Pero este sol que todo lo ilumina es capaz de subir la temperatura de mi ánimo y la felicidad atraviesa mis poros.
Este no es un buen principio para exponer mis ideas acerca de los astros, ¿cómo te cuento yo ahora que no dependemos de lo que digan los astros?
Bueno, lo intentaré. Ahora estoy a la sombra, frente a un precioso ficus bañado por la primavera que deja entrever su primera flor, el aire es más fresco y mi ánimo se ha reposado. En estas circunstancias será más fácil hablar de la carta astral.
Dice una amiga que la vida es una sucesión de reencarnaciones a través de todos y cada uno de los signos del zodiaco, de forma que el ser va aprendiendo de cada uno de los signos hasta llegar al último, Piscis, donde se encuentra en la situación más completa.
Aunque sólo sea porque yo soy Piscis, tengo que reconocer que me gusta la idea, pero si este ser lleno de contradicciones es la perfección del último estadio, aquí hay algo que falla.
Esa sensación de que hay algo que falla, junto a una explicación llena de evidencias y de sentido, siempre me acompaña cuando me acerco a la carta astral.
Mi esposa, Montse, es Cáncer y se podría decir que es un Cáncer perfecto, con sus influencias lunáticas, su colección de jarras, etc. pero algunas veces se sale del libro, se revela contra las predicciones, llega a sorprenderme, y entonces los expertos en astrología sacan sus oscuros recursos con el ascendente, la hora y el lugar de nacimiento para explicar lo inexplicable.
Algo debe de haber para que se den estas coincidencias tan significativas entre la personalidad y el signo zodiacal. Creo que hay una influencia de los astros sobre las personas, pero esa influencia puede ser quizás tan importante como la de la luna sobre el mar, de forma que una noche de luna llena podemos predecir el comportamiento general de las mareas, pero esta predicción no puede indicarnos con precisión si esta piedra que ahora coloco a cierta distancia de la orilla será arrastrada esta noche. Esta noche subirá la marea, pero no sabemos hasta donde llegará, y eso dependerá del viento, de la presión atmosférica, de los barcos que crucen la zona y de las obras de los polders holandeses situados a unos miles de kilómetros.
Ahora quien es el guapo que me dice en que medida el mar es influenciado por la luna, y en que medida estos razonamientos están inspirados por un ficus en primavera. Quizás este ficus y este sol no hacen mas que llamar a un nuevo pitufo. Quizás adjudicamos a los astros la explicación de fenómenos que la ciencia no consigue estudiar.
La ciencia y los astros se han encargado de dibujar un mundo perfectamente organizado donde la tierra da vueltas irremediablemente de acuerdo con las leyes de Kepler y donde la geometría de Euclides nos demuestra sin lugar a dudas que dos lineas paralelas jamás se juntarán.
Los deterministas se han pasado años aportando datos objetivos que demuestran que todos los efectos tienen una causa, que todo lo que ocurre estaba escrito antes del Big Bang, que mañana será sábado, y que el próximo minuto será forzosamente el número 13.
Así han sido los últimos milenios, hasta que en el siglo XX aparecen unos cuantos científicos con cara de iluminados diciéndonos que todo era mentira, que cuando las cosas se miran por debajo del nivel atómico, las causas y los efectos no son unívocos.
Una sola causa, el disparo de una partícula subatómica a través de una pared con dos ranuras, puede dar varios resultados:
1º La partícula pasa por la ranura 1
2º La partícula pasa por la ranura 2
3º La partícula pasa por... por algún sitio, de alguna manera por las dos ranuras a la vez.
El experimento se reproduce una y otra vez en circunstancias absolutamente controladas, nada se deja al azar, pero Einstein empieza a imaginar un Dios que juega a los dados para determinar el camino que seguirán sus partículas, vaya perversión.
Los filósofos, los religiosos y los partidarios del libre albedrío escuchan con interés a los científicos y les ofrecen la gran solución. No está todo determinado. Hay un espacio para el libre albedrío, para la decisión de cada uno que se refleja por primera vez en la ciencia que estudia el nivel subatómico.
Y eso no es todo, Planck destroza nuestros seguros conceptos de onda o partícula, borrando la frontera entre lo que puede tocarse y lo que no. Para acabarlo de arreglar Heisenberg saca su principio de incertidumbre que todos dicen que es totalmente cierto!!! según el cual podemos saber donde está una partícula, como se mueve o como es, pero cuanto más sepamos de un aspecto de la partícula menos sabremos de los demás, de forma que el conocimiento completo es imposible.
Esta es una verdad científica capaz de frustrar a cualquier científico, y supongo que Heisenberg debió sentir cierto rubor cuando llegaba a estas nefastas conclusiones (al menos para un científico empeñado en la búsqueda de la verdad y del porqué de las cosas)
Pero el límite de la locura científicamente demostrada es la del gato de Schrödinger. Un gato encerrado en una caja opaca junto a un frasco de veneno y una partícula subatómica que rompe/no rompe el frasco de veneno, con lo cual el gato está vivo/muerto... hasta el momento que Schrödinger angustiado por la duda, la indeterminación de Heisenberg y las dos ranuras del primer experimento abre la caja y entonces el gato que hasta este instante estaba vivo/muerto colapsa por efecto del observador en una situación unívoca.
Ahora el gato está... probablemente loco de convivir con estos genios. Menos mal que Popper suaviza las cosas diciendo que se trata de posibilidades, y no de un nuevo estado vivo/muerto desconocido hasta el siglo XX.
Pero no, no. No te tranquilices tan deprisa, las cosas no han vuelto a la normalidad, porque Popper no es un científico, Popper es un filósofo y los científicos no están de acuerdo con él. Los científicos nos miran a los ojos, observan nuestra expresión y dicen para si mismos: “No, no lo ha entendido, está demasiado tranquilo, si lo hubiera entendido, ahora estaría absolutamente inquieto, desorientado y perplejo”.
Definitivamente las cosas ya no son como antes, cuando uno podía escuchar a los místicos y a los filósofos o podía refugiarse en la solidez de la ciencia. Cuando uno podía decir “ Clamé al cielo y no me oyó.... Pues de mis pasos en la tierra responda el cielo y no yo”.
Ya sé que no puedo volar bajo el agua, pero a pesar de todas las circunstancias que me influyen puedo pensar, puedo hacer, puedo sentir y puedo influir mucho más de lo que pienso, hago, siento e influyo... por suerte eso te ocurre a ti también, y por suerte cada uno de nosotros encuentra una forma de pensar, hacer, sentir e influir distinta de la de todos los demás.
La capacidad de llevar la propia vida está limitada por nuestra incapacidad de llevarla, pero, con todas las influencias y todas las limitaciones, la vida puede ser guiada por uno mismo. Los astros, la música y los demás pueden influir todo lo que tú quieras, pero si consigues sacar buen partido de los vientos y las tormentas llegas a algún sitio bonito.
Pero este sol que todo lo ilumina es capaz de subir la temperatura de mi ánimo y la felicidad atraviesa mis poros.
Este no es un buen principio para exponer mis ideas acerca de los astros, ¿cómo te cuento yo ahora que no dependemos de lo que digan los astros?
Bueno, lo intentaré. Ahora estoy a la sombra, frente a un precioso ficus bañado por la primavera que deja entrever su primera flor, el aire es más fresco y mi ánimo se ha reposado. En estas circunstancias será más fácil hablar de la carta astral.
Dice una amiga que la vida es una sucesión de reencarnaciones a través de todos y cada uno de los signos del zodiaco, de forma que el ser va aprendiendo de cada uno de los signos hasta llegar al último, Piscis, donde se encuentra en la situación más completa.
Aunque sólo sea porque yo soy Piscis, tengo que reconocer que me gusta la idea, pero si este ser lleno de contradicciones es la perfección del último estadio, aquí hay algo que falla.
Esa sensación de que hay algo que falla, junto a una explicación llena de evidencias y de sentido, siempre me acompaña cuando me acerco a la carta astral.
Mi esposa, Montse, es Cáncer y se podría decir que es un Cáncer perfecto, con sus influencias lunáticas, su colección de jarras, etc. pero algunas veces se sale del libro, se revela contra las predicciones, llega a sorprenderme, y entonces los expertos en astrología sacan sus oscuros recursos con el ascendente, la hora y el lugar de nacimiento para explicar lo inexplicable.
Algo debe de haber para que se den estas coincidencias tan significativas entre la personalidad y el signo zodiacal. Creo que hay una influencia de los astros sobre las personas, pero esa influencia puede ser quizás tan importante como la de la luna sobre el mar, de forma que una noche de luna llena podemos predecir el comportamiento general de las mareas, pero esta predicción no puede indicarnos con precisión si esta piedra que ahora coloco a cierta distancia de la orilla será arrastrada esta noche. Esta noche subirá la marea, pero no sabemos hasta donde llegará, y eso dependerá del viento, de la presión atmosférica, de los barcos que crucen la zona y de las obras de los polders holandeses situados a unos miles de kilómetros.
Ahora quien es el guapo que me dice en que medida el mar es influenciado por la luna, y en que medida estos razonamientos están inspirados por un ficus en primavera. Quizás este ficus y este sol no hacen mas que llamar a un nuevo pitufo. Quizás adjudicamos a los astros la explicación de fenómenos que la ciencia no consigue estudiar.
La ciencia y los astros se han encargado de dibujar un mundo perfectamente organizado donde la tierra da vueltas irremediablemente de acuerdo con las leyes de Kepler y donde la geometría de Euclides nos demuestra sin lugar a dudas que dos lineas paralelas jamás se juntarán.
Los deterministas se han pasado años aportando datos objetivos que demuestran que todos los efectos tienen una causa, que todo lo que ocurre estaba escrito antes del Big Bang, que mañana será sábado, y que el próximo minuto será forzosamente el número 13.
Así han sido los últimos milenios, hasta que en el siglo XX aparecen unos cuantos científicos con cara de iluminados diciéndonos que todo era mentira, que cuando las cosas se miran por debajo del nivel atómico, las causas y los efectos no son unívocos.
Una sola causa, el disparo de una partícula subatómica a través de una pared con dos ranuras, puede dar varios resultados:
1º La partícula pasa por la ranura 1
2º La partícula pasa por la ranura 2
3º La partícula pasa por... por algún sitio, de alguna manera por las dos ranuras a la vez.
El experimento se reproduce una y otra vez en circunstancias absolutamente controladas, nada se deja al azar, pero Einstein empieza a imaginar un Dios que juega a los dados para determinar el camino que seguirán sus partículas, vaya perversión.
Los filósofos, los religiosos y los partidarios del libre albedrío escuchan con interés a los científicos y les ofrecen la gran solución. No está todo determinado. Hay un espacio para el libre albedrío, para la decisión de cada uno que se refleja por primera vez en la ciencia que estudia el nivel subatómico.
Y eso no es todo, Planck destroza nuestros seguros conceptos de onda o partícula, borrando la frontera entre lo que puede tocarse y lo que no. Para acabarlo de arreglar Heisenberg saca su principio de incertidumbre que todos dicen que es totalmente cierto!!! según el cual podemos saber donde está una partícula, como se mueve o como es, pero cuanto más sepamos de un aspecto de la partícula menos sabremos de los demás, de forma que el conocimiento completo es imposible.
Esta es una verdad científica capaz de frustrar a cualquier científico, y supongo que Heisenberg debió sentir cierto rubor cuando llegaba a estas nefastas conclusiones (al menos para un científico empeñado en la búsqueda de la verdad y del porqué de las cosas)
Pero el límite de la locura científicamente demostrada es la del gato de Schrödinger. Un gato encerrado en una caja opaca junto a un frasco de veneno y una partícula subatómica que rompe/no rompe el frasco de veneno, con lo cual el gato está vivo/muerto... hasta el momento que Schrödinger angustiado por la duda, la indeterminación de Heisenberg y las dos ranuras del primer experimento abre la caja y entonces el gato que hasta este instante estaba vivo/muerto colapsa por efecto del observador en una situación unívoca.
Ahora el gato está... probablemente loco de convivir con estos genios. Menos mal que Popper suaviza las cosas diciendo que se trata de posibilidades, y no de un nuevo estado vivo/muerto desconocido hasta el siglo XX.
Pero no, no. No te tranquilices tan deprisa, las cosas no han vuelto a la normalidad, porque Popper no es un científico, Popper es un filósofo y los científicos no están de acuerdo con él. Los científicos nos miran a los ojos, observan nuestra expresión y dicen para si mismos: “No, no lo ha entendido, está demasiado tranquilo, si lo hubiera entendido, ahora estaría absolutamente inquieto, desorientado y perplejo”.
Definitivamente las cosas ya no son como antes, cuando uno podía escuchar a los místicos y a los filósofos o podía refugiarse en la solidez de la ciencia. Cuando uno podía decir “ Clamé al cielo y no me oyó.... Pues de mis pasos en la tierra responda el cielo y no yo”.
Ya sé que no puedo volar bajo el agua, pero a pesar de todas las circunstancias que me influyen puedo pensar, puedo hacer, puedo sentir y puedo influir mucho más de lo que pienso, hago, siento e influyo... por suerte eso te ocurre a ti también, y por suerte cada uno de nosotros encuentra una forma de pensar, hacer, sentir e influir distinta de la de todos los demás.
La capacidad de llevar la propia vida está limitada por nuestra incapacidad de llevarla, pero, con todas las influencias y todas las limitaciones, la vida puede ser guiada por uno mismo. Los astros, la música y los demás pueden influir todo lo que tú quieras, pero si consigues sacar buen partido de los vientos y las tormentas llegas a algún sitio bonito.